El Blog de Gerard Garcia-Gassull

¿Vamos camino de convertirnos en un país de camareros?



Esta es una pregunta que hemos podido leer en la prensa de verano como si se tratara de una predicción contra la cual parece que poco podamos hacer, al menos hacia allí nos llevan a creerlo diversos artículos:





Nuestra clase periodística además de impía (como decían los abuelos) parece carecer en ocasiones de memoria o, cuanto menos, de noticias, después de todo estamos en agosto. 

La razón de evocar a la memoria es porque esta es una pregunta que ya se la planteaban nuestros padres allá en los últimos años de la década de los 70 y principio de los felices años 80. Entonces se veía como una única salida del túnel a una crisis económica inacabable (¿les suena?) a la restauración y a la hostelería para el turismo europeo que venía a España de vacaciones. 

Y digo turismo europeo porque en aquel entonces no había otro. Hoy lo recibimos de todos los lugares del mundo, inclusive de países llamados en desarrollo. No acudo a las cifras, me basta con pasearme por la Plaza de Cataluña en Barcelona para constatar el origen diverso de nuestros visitantes. 

Sin embargo, frente a los agoreros tremendistas de nuestra prensa les digo que suerte tenemos del turismo que nos saca de nuestras penurias económicas y nos permite continuar el mapa de los países desarrollados. Gracias al turismo y a los camareros, los empresarios podrán plantearse nuevas inversiones y entonces surgirán puestos de trabajo para todas las demás profesiones. 

Ese desarrollo económico se convertirá en una mayor inversión en locales comerciales. Al principio de la recuperación la inversión del empresario se destina a la rehabilitación de los locales ya existentes y, en un momento posterior, cuando ya ha acumulado mayor capital y confianza, en la construcción de nuevos edificios lo que conlleva la tramitación de licencias dando trabajo a arquitectos, aparejadores, administrativos, abogados, decoradores y demás oficios que existen en nuestra economía.  

Para los empresarios dedicados a los suministros a la hostelería y a la restauración también esa tímida recuperación comportará mayores inversiones en sus instalaciones fabriles y en sus redes de distribución.  Y podemos seguir con todo tipo de ejemplos. En consecuencia, no es nada nuevo, la recuperación comienza por donde siempre, por el turismo. Para ello, los que carecen de ocupación aceptan trabajar como camareros, trabajo que en muchas ocasiones se corresponde con empleos temporales y de sueldos bajos.

De este modo, todo irá recuperándose e incitando a nuevas inversiones hasta que el exceso de inversión nos lleve a una sobreproducción que nos haga caer en la siguiente crisis…

nihil novum sub sole (no hay nada nuevo bajo el sol). 

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